Josh Miller prepara muestras en el laboratorio del GSC.
En medio de un manto de niebla, Josh Miller observa el borde de la Laguna El Junco, un lago de agua dulce de 270 metros de ancho ubicado en el cráter de un volcán extinto en la isla San Cristóbal, en el archipiélago de Galápagos. En esta Laguna las fragatas chapotean en el agua, acicalándose las plumas en una de las únicas fuentes de agua dulce de las islas. Miller se agacha para obtener una muestra de agua para su investigación.
“Antes de ser parte de UNC, no sabía que existían personas viviendo en Galápagos”, comenta Josh. “Me sorprendió mucho saber cuántas personas viven aquí, la prevalencia de los problemas de agua y alimentos, y cuánto estas problemáticas se alineaban con mis intereses de investigación”.
La investigación de Josh Miller, estudiante de doctorado, es parte de un estudio más amplio dirigido por la antropóloga biológica, Amanda Thompson y ejecutado a través del Galapagos Science Center (GSC). Este proyecto, que se ejecuta a través de la colaboración de investigadores de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (UNC), analiza cómo la inseguridad alimentaria e hídrica es en las islas ha afectado la salud de la población local.
Estos estudios demuestran que las enfermedades relacionadas con altos niveles de infección o desnutrición, junto con la incidencia de enfermedades crónicas, como la obesidad, tienen relación con la calidad de la alimentación y del agua.
Los problemas de inseguridad hídrica y alimentaria
Puerto Baquerizo Moreno, capital de la provincia de Galápagos, se encuentra al suroeste de la isla San Cristóbal. La mayoría de sus 6.600 habitantes viven a lo largo de los 2 kilómetros de Bahía Naufragio (Shipwreck Bay).
Amanda visitó Puerto Baquerizo Moreno por primera vez mientras trabajaba en un proyecto de investigación sobre cómo el parto afecta la salud en China. En ese momento, su estudiante de posgrado, Kelly Houck, estaba analizando la relación entre la calidad del agua y la salud intestinal de los niños de San Cristóbal. Kelly invitó a Amanda a colaborar en un pequeño proyecto piloto con los residentes de la comunidad. Más tarde, Amanda realizó un estudio sobre las prácticas de parto y la salud infantil en Galápagos. Fue entonces cuando comenzó a entender los problemas de inseguridad hídrica y alimentaria que enfrentan las personas en las Islas Galápagos.
“Estábamos en las casas de las familias, y las madres nos decían que estaban preocupadas por la calidad de los alimentos o del agua que sus hijos tenían para comer y beber”, comenta Amanda. “Entonces iniciamos este proyecto en colaboración con la USFQ y el hospital local, para medir el acceso que tenía la población al agua y a una alimentación saludable”.
Inicialmente, los investigadores entendieron que esta situación podría ser resultado de un fenómeno en salud pública denominado “doble carga”. Durante los últimos 20 a 30 años, este fenómeno se ha vuelto más común en países de ingresos bajos y medios y se caracteriza por combinar simultáneamente poblaciones que presentan altos niveles de infección o desnutrición con una alta incidencia de condiciones crónicas como la obesidad.
“Una de las razones para que se de este fenómeno es que las dietas de las personas tienden a cambiar más rápido, particularmente en sitios como Galápagos donde se observa un desarrollo desigual”, menciona Amanda. “Los alimentos saludables como las frutas y verduras frescas se vuelven demasiado caras, pero al mismo tiempo las personas sólo pueden pagar alimentos procesados o enlatados. Todos, estos cambios conducen a tasas más altas de obesidad”.
Durante décadas, la agricultura y la pesca fueron las principales industrias de Galápagos. En 1959, cuando se estableció el Parque Nacional Galápagos, el 96% del territorio de las islas se designó como área protegida, lo que limitó las actividades agrícolas en todo el archipiélago y puso en marcha la incipiente industria turística. El turismo comenzó a ganar importancia a mediados de la década de 1980 y se disparó a principios de los 2000, desplazando a la pesca y la agricultura.
“Siempre ha habido cierta dependencia de los alimentos enviados en barcos desde el continente, pero eso aumentó con el cambio cada vez mayor de la agricultura a las industrias relacionadas con el turismo”, dice Amanda. “A medida que llegan más turistas, más personas se mudan aquí para responder a la demanda de la industria del turismo. Eso aumenta la necesidad de alimentos en la isla, así como, la dependencia de los alimentos importados del continente”.
Triple carga de mala salud
Amanda y Josh recolectan muestras de agua de las casas que visitan, extraen tanto del fregadero de la cocina como de la cisterna del patio trasero. Luego analizan las muestras en busca de contaminación y determinan si se trata de contaminación ambiental o un marcador de posible contaminación fecal. A su vez, Amanda y Josh investiga la calidad de la dieta y el riesgo de enfermedades crónicas, y recopilan indicadores básicos como la altura y el peso de las personas. También toman datos sobre glucosa, hemoglobina e índice de grasa corporal, todo para crear una imagen completa de la salud de las personas en las islas.
“En San Cristóbal tenemos fuentes naturales de agua dulce y una planta de tratamiento de agua. Es la única isla con agua dulce”, comenta Amanda. “Trabajos anteriores de las investigadoras de UNC, Jill Stewart y Valeria Ochoa, y otros colegas, mostraron que el agua estaba limpia cuando salía de la planta de tratamiento de agua, pero no estaba limpia cuando salía del grifo en las casas de la gente. Así que estamos interesadas en entender en qué punto de la distribución de agua, esta se contamina”.
En el estudio se encontró que alrededor del 70% de los adultos en Galápagos sufren de obesidad, que es la más alta en Ecuador y entre las más altas del mundo en comparación con poblaciones similares. Al mismo tiempo, muchos participantes del estudio también experimentaron infecciones gastrointestinales, del tracto urinario, respiratorias u otras infecciones crónicas como la deficiencia de hierro, lo que tipifica la doble carga de enfermedades que esperaban los investigadores.
“La conclusión es que en las Galápagos las personas sufren una triple carga de mala salud”, dice Amanda. “Es decir, muchas personas y hogares experimentan simultáneamente enfermedades infecciosas, enfermedades crónicas como obesidad, hipertensión y diabetes, sumado a altos niveles de angustia y estrés”.
El agua es vida
Esta parte de la investigación la realiza Josh, quien ha estudiado los problemas del agua en numerosos países, y ha visto de primera mano cómo la inseguridad del agua causa estragos en la salud de la población.
“Muchos hogares saben que el agua no es necesariamente segura para beber, por lo que compran agua embotellada, pero aun así pueden cocinar con agua del grifo o bañarse con ella, por lo que vemos estas erupciones cutáneas u otros resultados de salud relacionados con la mala calidad. Cuando los problemas de disponibilidad y calidad coexisten en el mismo hogar, la gente está en una muy mala condición” afirma Josh.
Algunas personas que experimentan inseguridad hídrica en Galápagos recurren a un sistema “invisible” para pedir agua prestada, comenta Josh. En Kenia, Josh fue testigo de métodos similares para hacer frente a los problemas del agua en las comunidades.
“Si te quedas sin agua, o no tienes suficiente agua limpia, puedes pedirle a tu vecino que te preste agua de la misma manera que yo le pido a mi vecino una taza de azúcar”, dice Josh.
Cuando Josh y su equipo visitan las casas de los residentes para analizar el agua, suelen estar acompañados por un funcionario del municipio. Gran parte del trabajo se realiza en conjunto con el gobierno de Puerto Baquerizo Moreno. Josh tiene la esperanza de que sus descubrimientos ayuden a la comunidad.
“Tenemos a la alcaldía y al municipio involucrados, por lo que, con suerte, los hallazgos que estamos generando no solo se quedan en un laboratorio o en alguna publicación científica, sino que se implementan en el ámbito de las políticas públicas”.
Con el mismo espíritu de colaboración, Amanda está ansiosa por llevar los datos que ha recopilado de Galápagos a otros territorios insulares. Tiene curiosidad por ver si los resultados obtenidos en el archipiélago coinciden en otras partes del mundo.
“Los desafíos de salud que vemos en mi investigación son similares a los que se ven en algunos lugares como Fiji, que tiene una población mucho más grande, pero también tiene una gran industria turística” comenta Amanda. “Estoy realmente interesada en descubrir estas asociaciones entre los alimentos y el agua, y esta triple carga de enfermedad, en otros lugares que se enfrentan a desafíos similares”.
Por su parte, Josh está agradecido de ver el compromiso de las comunidades en Galápagos. “Lo que realmente me gusta de trabajar aquí es que hay un sentido real de trabajo comunitario”, dice Josh. “Realmente aprecio eso porque a veces la ciencia puede operar en el vacío. Pero aquí, la gente realmente está tratando de hacer una diferencia significativa”.
Por Andrew Russelll – Traducción: Victoria Castro, Karina Vivanco, Ana Carrión
Amanda Thompson es codirectora del Centro de Estudios de Galápagos de la UNC y del Galapagos Science Center. Es presidenta y profesora del Departamento de Antropología de la Facultad de Artes y Ciencias de la UNC, profesora del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública Global Gillings de la UNC y miembro del Carolina Population Center.
Josh Miller es estudiante de doctorado en el Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública Global UNC Gillings y miembro del Laboratorio de Biología Humana.
Thompson es parte del equipo de investigación interdisciplinaria de la UNC-CH y la USFQ que incluye a la antropóloga, Margaret (Peggy) Bentley; al médico y farmacólogo, Dr. Enrique Terán; a los científicos ambientales, Drs. Jill Stewart y Valeria Ochoa; a los investigadores de salud pública, Dr. Jaime Ocampo, Khristopher Nicholas y Belén Ocampo Ordoñez; al psicólogo, Dr. Graham Pluck; y junto a los asistentes de investigación local.